domingo, 18 de mayo de 2008

La más bella ventana al Atlántico

Sí, soy un enamorado de Portugal, de su cultura, su historia, su geografía, y sobre todo, de Lisboa.
La capital lusa tiene un encanto asombroso. Estando en ella, especialmente en primavera, se nota una luz especial, una mezcla de lo añejo y lo clásico con toques de modernismo.
Caminar por el barrio del Chiado, en pleno mes de abril, cruzándose con los clásicos tranvías y bajar hasta la Praça do Comercio observando el “mar da Palla” al fondo es una experiencia realmente gratificante.
Observar los tejados anaranjados y las 7 colinas desde el elevador de Santa Justa, recorrer los barrios de la Alfama, la Alta y la Baixa en uno de sus tranvías, o disfrutar de un “pingo” en el Café a Brasileira son algunas de las cosas que no debemos dejar de hacer en Lisboa.
No nos podemos olvidar de su río, que desemboca en forma de estuario en el Océano Atlántico, con sus puentes, con el modernismo de su Parque das Naçoes, el Barrio de Belem con su torre, su impresionante Monasterio de los Jerónimos o su Cristo Rey vigilando la desembocadura.
Anochece, y las Docas están llenas de jóvenes de todas las nacionalidades y culturas, pudiendo disfrutar de una agradable final de día a la orilla del río.
No nos podemos olvidar de sus alrededores, con el precioso pueblo de Sintra, y los enclaves turísticos de Cascais y Estoril convierten a Lisboa en una metrópolis que nunca me canso de visitar.

Es una de esas ciudades a las que deseas volver e impregnarte de aquello que te transmitieron en el primer viaje.


1 comentario:

Rebeca dijo...

hola, me gusta mucho tu blog, sigue poniendo cosas tan bonitas como el viaje a lisboa.

un beso